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  •    Bogotá y otras grandes ciudades en 3000 años de historia   

    ¿Cuál es la población histórica de una ciudad? Esta pregunta es muy difícil de responder. Por un lado, no es del todo claro qué es una ciudad y por lo tanto cuál es su extensión. Por ejemplo, París no cambió sus límites administrativos desde 1860, cuando tuvo 1.3 millones de habitantes; hoy apenas tiene 2.2 millones, lo mismo que en 1875. Pero el área metropolitana (la “Gran París”) tiene cerca de 12 millones.

    Incluso si se usa un concepto flexible de “ciudad”, para los tiempos históricos los datos son escasos y contradictorios. Así, una pregunta aparentemente ingenua como “¿Cuántos habitantes tuvo Bogotá en la época de Doña Inés de Hinojosa?” se resiste a ser fácilmente resuelta por vía internet; hay que acudir a los clásicos, en este caso Chandler y Fox, 3.000 Years of Urban Growth. Read the rest of this entry »

  •    Pasado y presente en la verdad filosófica   

    “En la ciencia, la verdad y el error se relacionan como el presente y el pasado”. Cuando leí esta frase revisando una antología de ensayos de Georg Simmel, filósofo y uno de los padres de la sociología alemana, me causó una agradable impresión. La elegancia de la idea es inmejorable. Una excelente primera frase para una introducción. Pero… ¡un momento!… ¿qué hace la ciencia en este ensayo “Sobre la historia de la filosofía”? Intrigado, seguí leyendo. Read the rest of this entry »

  •    Tomás Moro y su respuesta a Lutero   

    La fama eterna de Tomás Moro se debe a un más bien breve libro, la Utopía. Es una lectura obligada para los humanistas y forma parte de muchos cánones, oficiales como inoficiales. De la lectura de la Utopía uno podría deducir que Moro se oponía a la pena de muerte, defendía a los pobres y creía que la religión es fuente de armonía social. Pero la Utopía es un libro breve. Mucho más extensos son sus escritos en defensa de lo que consideraba la verdadera religión (la católica). De la lectura de estos textos emerge un Tomás Moro radicalmente diferente. De hecho, algunos de estos escritos le han ganado la no despreciable fama (secreta) de haber escrito el latín más vulgar de la historia de Occidente.

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  •    Trashumancias en la Real Academia   

    Estaba escribiendo una frase y de pronto una palabra se apoderó de mi mente, y me decía: “yo soy la palabra que necesitas ¡ahora! – trashumante…” Pero no siendo yo trashumante (¿o sí?), no me sentía inmediatamente capacitado para usarla sin averiguaciones adicionales. ¿Quizá significaba algo completamente diferente? ¿Un tejado de choza por el cual sale el humo del carbón de palo de la rudimentaria cocina – tras-humeante? Sólo había una manera de obtener certeza: acudir a la infalible Real Academia. Read the rest of this entry »