El último mes estuve revisando tres biografías sobre Francis Bacon, el filósofo, naturalista y político renacentista inglés del siglo XVII. Bacon, cuya fama universal se basa en el Novum Organon o Indicaciones relativas a la interpretación de la naturaleza, de 1620, fue el primer filósofo de la ciencia moderno; es decir, el primero en tratar de reorganizar todo el conocimiento sobre la naturaleza con base en la observación y el experimento. Pero también fue un importante filósofo moral y abogado, cuya carrera pública lo llevó al más alto cargo civil de su época, la Cancillería del Reino. Bacon, entonces, era un hombre renacentista por excelencia, ciudadano del mundo de las ideas como del mundo de las cuestiones prácticas.
Estas dos caras de la vida de Bacon, sin embargo, reflejan dos estilos de vida diametralmente opuestos. El hombre público vivía una vida de grandes lujos, ostentosa y atiborrada de sirvientes y favorecidos. De esta vida sobrevive amplio testimonio en forma de cartas personales y oficiales, actas de la corte y de los jurados. De la vida filosófica, sin embargo, no hay vestigios más allá de los libros y ensayos y una que otra carta dirigida a personajes de la corte o amigos. ¿Cómo escribía sus libros? ¿Cuándo encontraba el tiempo y la tranquilidad necesaria? ¿Dónde estaba su escritorio y su biblioteca? ¿Con quién comentaba sus inquietudes intelectuales? De estas cuestiones, poco se sabe.
No sorprende entonces que las biografías de Bacon tengan un cierto sesgo político; simplemente, hay más qué contar así. Eso no significa que estas biografías sean deficientes; de ninguna manera, porque la vida de Bacon está bien documentada y sólo hay pocos aspectos que todavía generan controversia (así como su rol en el juicio contra por alta traición contra el Conde de Essex, su anterior amigo y benefactor, y su tardío matrimonio de conveniencia con la adolescente Alice Barnham, del cual no surgieron hijos).
Las dos biografías políticas que revisé son:
Bevan, Bryan. The Real Francis Bacon. London: Centaur Press, 1960.
Bowen, Catherine Drinker. Francis Bacon: The Temper of a Man. London: Hamish Hamilton, 1963.
The Real Francis Bacon entrega lo que promete: una visión vívida, personal y cercana del “verdadero” Bacon, mientras que The Temper of a Man observa al hombre con un poco más de distancia, en búsqueda de su “templanza” y “carácter”. En ambas, el tema de mayor interés, aparte de la vida pública de Bacon y su aporte a la historia de la corte inglesa, es el de la influencia de Bacon sobre la historia de las ideas jurídicas inglesas. Desde joven, el abogado Bacon se había interesado más en los tratados de filosofía jurídica y social que en la aplicación del derecho y los litigios. Su concepto de tiempo estaba dominado por la noción de futuro; su concepto de cambio dominado por la noción de progreso.
En ambas biografías, sin embargo, la vida de científica de Bacon es tratada como anecdótica. Su libros de filosofía natural son mencionados pero aparecen como materia extraña. Surgen de pronto, sin relación aparente con la narrativa sobre su vida pública o privada; importantes por cierto, influenciales sin duda, pero incomprensibles desde la perspectiva del Bacon “visible”.
La biografía que logra crear una imagen más unificada de Bacon es:
Zagorin, Perez. Francis Bacon. Princeton: Princeton University Press, 1998.
Esta visión comprehensiva se refleja en los títulos de los capítulos:
1- Introducción: Las dos vidas de Bacon
2- La filosofía y la reconstrucción del conocimiento: El génesis del proyecto baconiano
3- La Gran Instauración
4- Filosofía humana: Moral y política
5- Lenguaje, ley y política
6- Conclusión
Las anteriores biografías proceden cronológicamente; esta procede ideológicamente. En el prefacio el autor resume de manera breve las más importantes estaciones en la vida de Bacon. Después, se dedica a lo que podría llamar la historia de las principales ideas de Bacon. Esta historia de las ideas es cuidadosa y es más que una exégesis de sus obras; es el intento de poner las ideas en el contexto de la vida personal y de las circunstancias políticas e ideológicas de la época. Como Zagorin dice en las primeras páginas, nunca antes se había hecho el intento de encontrar una narrativa comprehensiva para la vida de Bacon, que reflejara de igual manera sus “dos vidas”. Creo que el intento se ha logrado plenamente; es sin duda alguna un libro muy interesante, sobre un personaje del cual hay mucho qué aprender.