Cosmos o ensayo de una descripción física del mundo es la obra magna de Alejandro von Humboldt. La publicó en la última década de su vida y no sólo por este magnífico intento de presentar, en una visión integral, la unidad en la diversidad que caracteriza a la naturaleza, se le considera el fundador de la geografía científica. El primer capítulo del primer tomo contiene las “Consideraciones sobre los diferentes grados de goces que ofrecen el aspecto de la naturaleza y el estudio de sus leyes”. Es un texto supremamente interesante, ya que en él se funden, en una sola concepción grandiosa de la relación entre hombre y naturaleza, el romanticismo del humanista y el empirismo del científico.
El atento lector de este texto pronto nota su especial atractivo. La naturaleza ofrece diferentes grados de goce al ser humano. De esta relación que sólo se puede llamar sensual, nace el interés por descubrir las eternas leyes que gobiernan el cosmos. Esta visión de un “sensualismo científico” contrasta con el dogma contemporáneo del “empirismo científico”; el primero enfatiza el carácter intensional de la percepción, el segundo el carácter informativo; al primero le corresponde una noción humanista de ciencia, al segundo una concepción pragmática.
Entonces, existen razones poderosas para leer a Humboldt. El Cosmos fue una de las obras científicas más importantes y más divulgadas de la segunda mitad del siglo 19. Por lo tanto, no sorprende que varias versiones (por lo general fragmentos, especialmente del primer tomo) se encuentren en internet: en alemán (el original), en inglés (traducción de E. C. Otte – 1858) y ¡sorpresa! incluso varias en español (traducción de Francisco Xeréz y Varona, de una traducción al francés por H. Faye – 1852; traducción de Francisco Díaz Quintero – 1851; y la más reciente edición, una compilación de varias traducciones, la del cuerpo del texto aparentemente también del siglo XIX – 2011).
Los textos no concuerdan
Curioso, comencé a revisar y a comparar las diferentes versiones, y noté que las traducciones no concuerdan perfectamente con el original en alemán, publicado entre 1845 y 1862 (el quinto y último tomo póstumo) en la editorial Cotta, en Stuttgart. Es más, parece que varias de ellas se basan en una misma variante del texto, que supongo que es una de las traducciones al francés (hay una referencia en la traducción de Xeréz y Varona). El siguiente fragmento muestra las discrepancias con el original y la concordancia entre las traducciones:
Original
Dem Physiker, welcher (wie Thomas Young, Arago und Fresnel) die ungleich langen Ströme der durch Interferenz sich vernichtenden oder verstärkenden Lichtwellen mißt…
Mi traducción
Al físico, que (como Thomas Young, Arago y Fresnel) mide la desigual longitud de los torrentes de ondas de luz, que la interferencia aniquila o refuerza…
Traducción de Xeréz y Varona
Los físicos miden con admirable sagacidad las ondas luminosas desigualmente largas, que se refuerzan ó se destruyen por interferencia aun en sus acciones químicas.
Inglés
The physical philosopher measures with admirable sagacity the waves of light of unequal length which by interference mutually strengthen or destroy each other, even with respect to their chemical actions
Las discrepancias son muchas, para un fragmento tan breve:
* Las otras versiones no mencionan a los físicos (Young, Arago y Fresnel), pero suponen que son admirablemente sagaces, lo que el original ni siquiera insinúa.
* Las versiones desean aclarar una cuestión oscura, cuando se obvia que el original – muy romántico – pinta el cuadro de torrentes de ondas de luz (“Ströme von Lichtwellen”), que se convierten en llanas y prácticas ondas luminosas.
* El original no menciona los supuestos efectos químicos de la luz, en la que insisten las otras versiones.
* Finalmente, un punto que puede parecer menor: en el original, uno de los efectos de la interferencia es vernichten (viene de la palabra “nicht” que significa “nada”), que se debería traducir por aniquilar (que significa “reducir a la nada”) y no por destruir o destroy (que significa “reducir a pedazos”).
Traducciones menos coloridas
Al mismo tiempo, noté que la lectura parecía ser diferente – al menos para mí. El texto original en alemán oscila entre la pretensión científica y la oscuridad romántica. Las traducciones no logran transportar esta vivacidad del texto, como creo que lo muestra el siguiente ejemplo:
Original
Bald ergreift uns die Größe der Naturmassen im wilden Kampfe der entzweiten Elemente oder, ein Bild des Unbeweglich-Starren, die Oede der unermeßlichen Grasfluren und Steppen, wie in dem gestaltlosen Flachlande der Neuen Welt und des nördlichen Asiens: bald fesselt uns, freundlicheren Bildern hingegeben, der Anblick der bebauten Flur, die erste Ansiedelung des Menschen, von schroffen Felsschichten umringt, am Rande des schäumenden Gießbachs.
Mi traducción
Pronto nos cautiva la magnitud de las masas naturales en la salvaje lucha de los elementos en discordia o—una imagen de lo fijo e inamovible—la monotonía de los pastizales y de las estepas inmensas, como en las planicies informes del Nuevo Mundo y del norte de Asia; pronto nos absorbe, entregados a imágenes más afables, la visión de paisajes cultivados, de la primera colonia humana, enmarcada por riscos ásperos, a la orilla de un torrente espumoso.
Traducción de Xeréz y Varona
Ya es el grandor de las masas, la lucha de los elementos desencadenados ó la triste desnudez de las estepas, como en el norte del Asia, lo que escita nuestras emociones; ya, bajo la inspiración de sentimientos más dulces, es el aspecto de los campos que llevan ricas cosechas, la habitación del hombre al borde del torrente, y la salvaje fecundidad del suelo vencida por el arado.
La versión de Xeréz y Varona es mucho más parca:
* im wilden Kampfe > en la salvaje lucha > la lucha
* unermeßlichen Grasfluren und Steppen > los pastizales y las estepas inmensas > las estepas
* schäumender Gießbach > torrente espumoso > torrente
¡Ay de mi!
Así que, levemente irritado por las discrepancias entre original y traducciones, decidí traducir el texto (“Consideraciones sobre los diferentes grados de goces que ofrecen el aspecto de la naturaleza y el estudio de sus leyes”). Seis horas y apenas algo más de dos páginas después estaba exhausto. Hasta el momento no me había enfrentado a un texto tan difícil de traducir.
Por un lado, la sintaxis es exuberante, como suele ser el caso en textos alemanes. Entonces, un tiempo considerable debe ser dedicado a la búsqueda del sujeto gramatical y del verbo principal, cosa nada fácil por las distancias que los pueden separar.
Por el otro lado, se trata de un texto científico, de una descripción del mundo físico. Esto implica que hay varias palabras que denotan especies o fenómenos naturales, con el agravante que algunas de ellas han caído en desuso y han sido reemplazadas por los términos científicos contemporáneos. Casos como “Pisang-Gewächse” (bananos), “Cycadeen” (cicadas/ helechos-palmera) y “Cinchonen” (quinos) todavía son relativamente claros y con algo de paciencia y perspicacia se pueden resolver.
¿Pero qué hacer con esto? “…dem eingeweihten Blick des Botanikers, welcher die Chara-artig kreisende Bewegung der Saftkügelchen in fast allen vegetabilischen Zellen […] erkennt…” Es un caso difícil. ¿Qué podrían ser las bolitas de jugo (Saftkügelchen) que se mueven de manera circular a la manera de las charas (Chara-artig) en casi todas las células vegetales?
Tanto la traducción española como la inglesa suponen que “Chara” se refiere a un elemento de las células, que se mueve; añaden que el movimiento es constante, sobre lo que el original no dice nada. El resultado en español es: “Los botánicos hallan la constancia del movimiento giratorio del cara en la mayor parte de las celdillas vegetales”; y en inglés: “The botanist discovers the constancy of the gyratory motion of the chara in the greater number of vegetable cells”. Las bolitas de jugo, misteriosamente, han desaparecido.
Una búsqueda minuciosa, sin embargo, permitió establecer que las charas son un género de algas, las carofíceas. En ellas se describió el movimiento de bolitas de jugo y se especuló sobre las causas de este movimiento (ver Dr. G. W. Bischoff, 1828).
Finalmente, una revisión de la estructura de las células vegetales me llevó a sospechar que las bolitas de jugo son las vacuolas.
Por lo tanto, mi traducción es la siguiente: “A la mirada iniciada de un botánico, que reconoce el movimiento giratorio de las vacuolas, inicialmente descrito en el caso de las charas, en casi todas las células vegetales…”
¡Ay de mi! Este texto no es nada fácil y su traducción es lenta. Pero ya no quedo tan exhausto, y mi paso ahora es más ligero, sin ser veloz, de ninguna manera. Espero que, después de tanto esfuerzo, logre que mi traducción refleje algo de la grandeza del original.