Parece existir un cierto consenso que el periodismo especializado debe ser escrito por especialistas: el económico por economistas, el político por politólogos, el científico por científicos, la sección de salud por personas saludables y la sección de farándula por vanidosos. ¿Quién debería, entonces, asumir la tarea del periodismo cultural?
La cuestión se dificulta porque el periodismo es, en sí mismo, un ejercicio en el ámbito de la cultura. Por ello, el periodismo cultural es un ejercicio autopoiético: refleja a la cultura en sí mismo. ¿Qué significa esto? Veamos un ejemplo.
En “El aburrimiento de la ciencia ficción” (“The boredom of SF”), Anthony Burgess, el célebre autor de La naranja mecánica, reseña unos libros de ciencia ficción recién publicados. El texto comienza así:
“Las tramas de ciencia ficción son fácilmente creadas. Nos encontramos millones de años en el futuro. El mundo es gobernado por los Krompir, cuyos robots-policía llamados patates obedecen a un jefe sombrío con un cerebro injertado que se llama Peruna. Existe un fonema prohibido. Si alguien lo pronuncia se divide en dos identidades que continúan dividiéndose hasta que se convierte en un millón de micro-esencias que se usan para alimentar el sistema de Aardappel, el líder sin cuerpo de los Krompir. Pero también existe una sustancia llamada burgonya que cancela los efectos del fonema y que se encuentra en el planeta Kartoffel. Se puede llegar a este planeta con transporte besteriano, pero el dispositivo para iniciar el proceso se encuentra en las cinco manos de Tapuach Adamah, líder bicéfalo del grupo subversivo de los Jagwaimo. Los humanos tienen que enfrentar al Sistema. Los Amantes, que actúan de acuerdo con los prohibidos edictos tradicionales de Terpomo, proclaman el Amor. [...]” (p. 466; mi traducción)
Esta es una maravillosa introducción. Ciertamente, pocos géneros literarios son tan predecibles como la ciencia ficción. Burgess podría haber simplemente escrito: “La ciencia ficción es literatura de cajón”, o quizá, aparentando más sofisticación: “La ciencia ficción como género literario obedece a ciertos cánones de construcción que repiten, sin variaciones estructurales, la trama de la heroica resistencia humana contra fuerzas alienígenas que, sin embargo, representan y reflejan los oscuros anhelos de poder absoluto más que humanos… bla bla bla …” El resultado hubiera sido una reseña zonza y enclenque, tediosa de leer.
En cambio, Burgess escribe: “Las tramas de ciencia ficción son fácilmente creadas”. Para probarlo, crea una fácil, ligera y convencional trama ad hoc. Los malos oprimen a los buenos que se resisten a pesar de la amenaza de una fuerza malévola que amenaza destruirlos. Y, claro está, también hay una promesa de amor para mantener interesados a los lectores adolescentes.
Una trama así de obvia no se puede tomar en serio. Con tres pequeños trucos Burgess convierte su débil historia en una poderosa sátira del género. Primero, todos los nombres propios, cuya sonoridad invita asociaciones interestelares y misteriosas, son simples sinónimos de “papa” (solanum tuberosum), como en “papa frita”. Los poderosos “Krompir” son papas en serbo-croato; sus robots-policías “papates” son papas en francés; el malévolo cerebro “Peruna” es papa en finlandés; Aardappel es papa en holandés; “burgonya” en húngaro; “Kartoffel” en alemán; “Tapuach Adamah” en hebreo; “Jagwaimo” en japonés; “Terpomo” en esperanto.
Segundo, el “transporte besteriano”, que parece evocar mundos remotos y una sofisticación técnico-científica, hace referencia a Alfred Bester, célebre autor de ciencia ficción, con lo cual el “transporte besteriano” se convierte en un “transporte ficticio”. Y, finalmente, es típico para la personalidad y las obsesiones particulares de Burgess que el elemento de poder destructivo y misterioso de su pequeña trama sea… ¡un fonema!
Burgess se dedicó durante varios años al periodismo cultural. Los temas de sus columnas eran extraordinariamente variados. Reseñó novelas, presentó autores, discutió géneros literarios, criticó obras musicales… Una selección de esta obra periodística se encuentra reunida en Homenaje a QWERT YUIOP, que quizá sea la antología de periodismo escrito con el mejor título de la historia. En sus casi 600 páginas se encuentran un sinnúmero de artículos que logran un balance positivo entre la ligereza y brevedad del ejercicio periodístico y la profundidad y agudeza del juicio crítico. En su conjunto, forman un argumento interesante a favor de la tesis que el periodismo cultural está en las mejores manos cuando se ocupan de él personas cultivadas.
No he podido encontrar una traducción al español de esta antología. ¿Quizá una escuela de periodismo se quiera enfrentar al reto, para de paso obtener un manual ejemplar de periodismo cultural?
Bibliografía: Burgess, Anthony. “The boredom of SF”. En Homage to QWERT YUIOP: Selected Journalism 1978-1985. London: Abacus, 1987. 466-468.